Hace algunos siglos entre las dinastías Goryo (918–1392) y Joseon (1392–1897) existían en Corea hermosas mujeres formadas en música, poesía, dibujo, danza, medicina y confección. Ellas eran las encargadas de brindar entretenimiento a los reyes y nobles, sin embargo y a pesar de su estricta formación, compartían su lugar en la escala social, con los esclavos. Hablemos hoy un poco sobre ellas, quienes son consideradas elemento clave de la cultura tradicional de Corea del Sur.
Las Kisaengs eran consideradas “Cheonmin” o plebeyos vulgares, estado que era hereditario, por lo que las hijas de las Kisaeng se convertían automáticamente en esclavas del entretenimiento. Cabe aclarar que a pesar de que tanto los esclavos como las Kisaeng eran considerados Cheonmin, la posición de estas ultimas era significativamente mas alto que los esclavos.
A pesar de su estado, tenían una rígida formación. Durante Goryo, el gobierno estableció institutos de capacitación para las Kisaeng que trabajaban en el palacio, estos lugares se conocían como Gyobang. En Joseon por su parte, la capacitación se especializó y se dividió en niveles, existió la formación de primer nivel, que durante 3 años abarcó poesía, danza, música y arte. La escuela más avanzada estaba ubicada en Pyongyang. Este sistema perduró hasta el periodo colonial japonés donde las escuelas fueron nombradas como Gwonbeon.

La carrera de las Kisaeng era corta, alguna de ellas terminaba a los 22 años. Es por esta razón que algunas escuelas iniciaban la capacitación desde los 8 años. Las que lograban extender su profesión durante más tiempo, eran obligadas por el gobierno a retirarse a la edad de 50 años. Llegar a ser la concubina de su patrón era una de las mejores opciones que tenían para envejecer, sin embargo, pocos hombres del periodo Joseon contaban con el dinero suficiente para liberar a una Kisaeng, por lo que la mayoría de ellas terminaban trabajando en una taberna local.
La mayoría de las Kisaeng (sobre todo en la dinastía Joseon) contaban con un “Gibu” o “esposo Kisaeng” quien, a pesar de no tener un derecho real sobre ellas, era quien le brindaba protección, ayuda económica y estatus social, a cambio de sus servicios. Los Gibu en su mayoría eran antiguos soldados, empleados del gobierno o sirvientes de la casa real.
Estas mujeres jugaban además un papel importante en la política debido a su inteligencia y el acceso de información que tenían al recibir en sus casas de huéspedes y tabernas, a dignatarios de China y Japón. Ellas eran verdaderas expertas de asuntos locales. Algunas de las más famosas deben su popularidad al tener la valentía de intentar o lograr matar a líderes del ejército japonés.

Ahora, la pregunta que seguro te haces es si estas mujeres eran consideradas las prostitutas de la época y la respuesta está en los distintos tipos de Kisaeng. Existían quienes sobresalían en el canto y la danza y se encargaban de entretener a los hombres de la clase Yangban. Estaban quienes no tenían habilidades artísticas y ejercían la prostitución. Y las que se ubicaban en el rango inferior quienes además de ser prostituidas tenían prohibido las artes.
Las Kisaeng fueron sin duda una gran fuente de inspiración para los artistas de la época. Son justamente ellas las protagonistas de importantes obras literarias de la dinastía Joseon, en donde aparecen como heroínas y como figuras importantes. Sin embargo, luego de la ocupación japonesa, su papel en la sociedad fue degradado al de esclavas sexuales. Luego de la guerra entre las coreas, las casas de las Kisaeng fueron cerradas y el oficio calificado como “hostil”, siendo este el fin de las mujeres con mentes aristocráticas, encerradas en cuerpos esclavizados.
Kevelyn Ravelo Sarabia
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