Opinión, Sociedad

Según los coreanos, un ventilador puede matarte

 

Es posible que en algún momento hayan escuchado que los surcoreanos le temen a los abanicos eléctricos, ellos creen que si duermes por la noche con uno de estos, no alcanzarás a despertar ya que el fenómeno “muerte por ventilador” cobraría tu vida. Y sí es un poco extraño, pero estoy segura que la diversidad cultural permite que incluso en tu región tengan una creencia que resulta extraña para otros.

Si apenas se enteran sobre esta creencia coreana, seguramente no han sacado sus propias conclusiones, pero quienes saben de esto hace tiempo, ¿tienen alguna idea de por qué creen que un abanico puede matar a una persona? No estamos hablando de desprendimiento de ejes o una hélice asesina, sino de dormir con uno de estos aparatos encendidos.

Los temores sobre los ventiladores eléctricos en Corea se remontan a 1927, cuando se imprimió en Jungoe Ilbo («Diario nacional e internacional») una historia llamada «Extraño caso de los abanicos eléctricos», advirtiendo a los lectores que la nueva tecnología tenía un riesgo, al parecer producía náuseas, parálisis facial e incluso asfixia: la teoría es que la circulación del aire viciado del ventilador hace que su usuario se ahogue con su propio dióxido de carbono (no sé si son conscientes de la cantidad de purificadores de aire que utilizan en corea). Cincuenta –o tal vez más- años después, se empezó a rumorar que un hombre coreano fue hallado muerto en su habitación. Las ventanas y puerta estaban cerradas con dos ventiladores eléctricos en funcionamiento y esto permitió reforzar la teoría que dichos electrodomésticos son peligrosos.

Hay muchas culturas alrededor del mundo que tienen sus propias historias de enfermedades causadas por el viento. Frank Bures, autor de The Geography Madness dice que algunos textos médicos antiguos de china advirtieron a los lectores sobre la «locura del viento» e incluso la «maldad del viento». Las variaciones sobre estas creencias también persisten en la actualidad; en Italia, las personas usan bufandas alrededor del cuello para protegerse contra Colpo d’aria (un golpe de aire), y en la República Checa, algunas personas temen al viento de los aires acondicionados y refrigeradores, creyendo que causan el reumatismo, entre otros problemas de salud. A muchas personas se les ha dicho que no salgan a la calle con el cabello mojado porque se pueden resfriar y en gran parte de Latinoamérica se cree que el viento de la noche te puede congestionar, una creencia en un modelo de causa y efecto con poco respaldo científico. Quizás la forma más extrema de estas supuestas enfermedades se puede encontrar en Corea, donde lo llaman “Muerte por ventilador”, o la creencia de que encender uno en una habitación cerrada realmente te matará.

Encontrar el verdadero origen de esta creencia que al final se ha generalizado en un país no es fácil, sobre todo cuando hacen parte del “síndrome cultural” (este un término de antropología médica referente a un síndrome psicosomático que se reconoce como una enfermedad que afecta a una sociedad o cultura específica). Un grupo de individuos tendrá su teoría sobre el origen y por lo general data de lo que sus abuelos o padres le contaron, así que lo mismo ocurre con cada grupo e incluso con cada individuo, llevando a que este tipo de mitos no tenga solo una historia. La única forma en que algo como eso puede propagarse es si las personas creen en la causa que está en la raíz de esto. «Si crees que el viento puede tener este efecto dañino, o que algo sobre un ventilador eléctrico llega a matarte, entonces puede propagarse. Si nadie lo cree, entonces no se propagará.

La muerte de los ventiladores puede no tener mucho sentido para los que vivimos fuera de Corea, pero la historia del chupacabras  probablemente no tenga mucho sentido para las personas que viven fuera de Colombia. En su libro, Bures escribe: «Escuchar sobre un síndrome cultural fue uno de los principales factores de riesgo». En ese sentido, ciertos síndromes culturales pueden hacerse «reales» por nuestra creencia en ellos, un fenómeno llamado “efecto nocebo » donde las expectativas negativas pueden iniciar una cadena de eventos dañinos que finalmente lleven a cumplirlas.

Si bien es extremadamente improbable que creer que un ventilador puede matarte causará que este realmente lo haga, y el hecho que la potencia del efecto nocebo depende de una serie de factores contextuales, existen pruebas que sugieren que creer en el potencial de una persona para experimentar una determinada  crisis médica, hace que una persona sea más susceptible a ella. «Si lees los efectos secundarios en un medicamento, es más probable que experimentes esos efectos secundarios», dice Bures. «En un ensayo clínico aleatorizado, los investigadores advertirán a las personas sobre los efectos secundarios de un medicamento y las personas en el grupo de placebo a veces tenían que retirarse porque sus efectos secundarios eran muy graves». Como un hipocondríaco leve.

Pero mientras exista la credulidad, la posibilidad de muerte por ventilador estará ahí, no porque los ventiladores eléctricos en corea del sur los estén asfixiando, sino porque hay suficiente gente que cree que podrían hacerlo. Así como tampoco permiten que los nombres de las personas se escriban en rojo o su particular relación con el número 4. Estas cosas que parecen pequeñas y poco llamativas, hacen parte crucial de la historia de todo un país.

 

Leydi Botía Martínez

Hanadultalk@gmail.com

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