Sociedad, Thriller

Transtorno mental en homicidas: ¿agravante o atenuante?

Según la Asociación Neuro-psiquiátrica de Corea, el número de delitos cometidos por personas con trastornos mentales representa alrededor del 0,3 al 0,4% del total de delitos cometidos cada año en el país. Un informe separado de la Fiscalía Suprema mostró que la tasa de delincuencia de las personas con trastornos mentales era del 0,08%, mientras que el 1,2% correspondía a las personas sin ningún tipo de trastornos. El número de sospechosos acusados ​​y que sufrían de trastorno mental fue de 3.244 en 2015. Debido a esto, algunos ciudadanos dijeron que el gobierno debería imponer medidas para abordar este problema.

Dicha discusión cobró fuerza cuando el 29 de marzo de 2017, una chica de 17 años de apellido Kim, quien no tenía que ir a la escuela, porque sus problemas de conducta y para adaptarse la habían llevado a desertar, despertó decidida a materializar la idea que construyó durante sus horas a solas en un apartamento ubicado en un complejo de edificios de Incheon. Esa mañana de marzo Kim se vistió con ropa de su madre y los lentes de sol de su padre y antes de salir se tomó una selfie la cual envió a su amiga de apellido Park, con la reseña “me voy de caza”, a lo que Park de 18 años solo respondió “lo siento mucho por la víctima”. Kim decidió tomar la ruta de la salida de emergencia, siendo totalmente consciente que estaba desprovista de CCTV.

«Los delitos cometidos por pacientes con trastornos mentales ocurren principalmente cuando no reciben un tratamiento oportuno», dijo una madre de 55 años en Ilsan, que conoce a una familia que lucha por cuidar a un niño esquizofrénico debido a razones económicas. «Sería útil que el gobierno brindara apoyo financiero a los pacientes, como subsidios para los medicamentos y otros tratamientos», dijo.

En el caso de Kim, ella sufre del síndrome de Asperger, un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista y que afecta la interacción social recíproca, la comunicación verbal y no verbal, una resistencia para aceptar el cambio, inflexibilidad del pensamiento así como poseer campos de interés estrechos y absorbentes. Todo esto había influenciado los aspectos de su vida, pero sus padres no eran del todo conscientes y Kim no recibía un tratamiento.

Esa mañana, Kim estuvo caminando durante algún tiempo en el parque y sus alrededores, hasta que a las doce y cuarenta del día, apareció quien sería el blanco de su plan. Se trataba de una niña de 8 años de edad que llamaremos “Suni” la cual regresaba de clases y se había detenido a jugar en el parque. Kim no perdió el tiempo y le pidió a la pequeña que jugara con ella y esta no pudo negarse. Poco tiempo después Suni le pidió a Kim que le prestara su teléfono celular para llamar a su madre y pedirle permiso de quedarse más tiempo, y solo esta inocente petición fue suficiente. Kim le dijo que su teléfono no tenía suficiente batería, pero que podía acompañarla hasta su casa y una vez cargara un poco el teléfono la llamarían, hasta entonces podían seguir jugando. La pequeña aceptó con inocencia, sobre todo porque aunque no se conocían, ambas vivían en el mismo complejo de edificios. Es por eso que cuando se revisaron los CCTV, se podía ver a la pequeña caminar junto a Kim con naturalidad, porque la adolescente fue ingeniosa al jugar con la mente de una niña. Así que subieron al ascensor y se dirigieron al piso 13, algo que en un principio no se entendía ya que Kim vive junto a su familia en el piso 15, no obstante descubrieron que todo era parte de su plan –al igual que usar la ropa de su madre- para confundir a los investigadores y vecinos si llegaban a descubrir algo, y sobre todo que ese era el único piso del edificio que no tenía CCTV.

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Imagen: KoreaTimes

Los expertos destacaron que el gobierno debía primero crear un entorno para que los pacientes con trastornos mentales recibieran atención y tratamiento oportunos, sin temor a ser enviados a hospitales contra su voluntad. Ya que un enfoque desconsiderado solo podría ser contraproducente. Esto fue acompañado con el hecho que en junio de 2015, aproximadamente un mes después del asesinato de la estación de Gangnam por un paciente esquizofrénico (te invitamos a leer El asesinato que impulsó el feminismo en Corea del Sur), el gobierno implementó medidas destinadas a prevenir los delitos de odio contra las mujeres y fortalecer el descubrimiento temprano de delincuentes con enfermedades mentales. Pero inmediatamente se enfrentó a una reacción violenta de los grupos de derechos, que pidieron disculpas, ya que el gobierno «cambió las responsabilidades de los delitos de alto perfil a los ciudadanos con trastornos mentales», asumiendo que son delincuentes potenciales. Pero lo que sí es cierto, es que es común en Corea –y en muchas partes del mundo- que una vez las personas han cometido el delito, se declaren mentalmente inestables, lo que resulta oportuno porque el gobierno suele protegerlos, al “no saber lo que estaban haciendo”.

Sin embargo, Kim se alejaba cada vez más de este patrón que el gobierno protegería debido a su síndrome de asperger.

Una vez las niñas bajaron del ascensor, la mayor tomó un cable de plástico y lo envolvió alrededor del cuello de la menor asfixiándola hasta la muerte, para posteriormente arrastrarla hasta su apartamento en la ausencia de sus padres y tomar su teléfono celular para tener la siguiente conversación con Park:

Kim: Hey, estoy en casa, aparentemente todo ha salido bien

Park: ¿La victima aún esta con vida?, ¿sus manos son bonitas?

Kim: Sus dedos son muy lindos

Park: Guarda algo para mí

 

Kim intentó desmembrar el cuerpo de la pequeña y meterlo en bolsas plásticas de color negro, pero no fue tarea fácil, así que antes de abandonarlo en la azotea del edificio, arrancó una de sus manitos y la guardó. Luego regresó a su casa, se puso la pijama y sacó la basura. Dado que el CCTV no había registrado su salida y su entrada fue con un “disfraz de ajumma”, la escena para que creyeran que había estado todo el día dentro de casa, fue casi perfecta. Así que alrededor de las 4 de la tarde, se cambió de ropa y se dirigió de Incheon a Seúl para encontrarse con Park en la estación del metro. Kim le entregó una bolsa de papel que contenía la mano de la niña la cual había prometido como regalo, luego ambas se fueron a un restaurante a comer y pasar el rato, hasta que la madre de Kim la llamó para regresar porque eran pasadas las nueve de la noche.

Cuando la denuncia por desaparición se hizo y la investigación empezó, el cuerpo fue encontrado en una azotea que requería –para subir- de una escalera delgada de 5 metros de altura. Esto confundía a las personas a cargo del caso ya que creían imposible que una adolescente de 17 años pudiera subir a cuestas el cuerpo de una niña con aproximadamente 20 kg sin ayuda de nadie, pero nunca pudieron comprobar que alguien más estuviera en ese lugar.

Cuando el proceso de investigación avanzó, Kim confesó haber matado a la niña de 8 años, y manifestó estar influenciada por condiciones psicológicas y que el crimen no fue premeditado. La investigación arrojó que Kim y Park se conocieron en una sala de chat en la que la gente suele jugar roles, pero este en particular es para personas que tienen interés en los cadáveres y en este juego de roles ambas interpretaban un papel con relación al tema. En el caso de Kim ella interpretaba a una asesina a sueldo y Park interpretaba a un líder de la mafia. Aunque la defensa de ambas era alegar enfermedad mental, se descartó esta idea ya que la forma en la que se llevó  a cabo el crimen, no cumplía con las características. En el caso de Kim que alegaba la esquizofrenia, los estudiosos dijeron que no era posible porque estas personas cuando cometen un delito no son conscientes, por lo tanto no hacen si quiera el intento de limpiar la escena del crimen, y en este caso cuando se les confiscó el teléfono a ambas, se encontró en el historial de búsqueda, cosas como: cómo cometer el crimen perfecto, cómo quitar manchas de sangre, etc.

Luego de terminado el juicio, tanto Kim como Park fueron sentenciadas a 20 años de prisión, en Corea asesinar a una persona menor de 13 años puede llevar a la pena de muerte (aunque ya les hemos dicho que Corea es el único país de los cinco con pena de muerte vigente que aplica una moratoria oficial, es decir, que la pena de muerte sigue formalmente en vigor, pero no se producen condenas o no se ejecuta a los condenados, lo que traduce la pena capital en algo moral y en lo físico a cadena perpetua) o la cadena perpetua. Por otro lado la ley de menores estipula que los menores de 18 años pueden evitar la pena de muerte o la cadena perpetua. Kim, que tiene 17 años, fue condenada a 20 años de prisión, el máximo castigo posible. Pero su cómplice Park, de 18 años, no tenía derecho a tal protección y fue condenada a cadena perpetua. Además, se negó que las dos estuvieran bajo problemas mentales al momento que Kim cometió el crimen y Park la apoyó. Ambas fueron obligadas a utilizar un geo-localizador por 30 años.

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Imagen: The Korea Herald

El caso sorprendió al público por su crueldad y la aparente indiferencia de las jóvenes delincuentes sobre los delitos que cometieron. También provocó un debate sobre si se deberían revisar las pautas de sentencia que dan indulgencia a los delincuentes menores de edad y aquellos que sufren de enfermedades mentales, las cuales continúan.

Leydi Botía Martínez

Hanadultalk@gmail.com

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