En las calles de Seúl es común ver ancianos indigentes, dedicados al reciclaje, no se ve a coreanos jóvenes realizando esa labor, principalmente porque sus padres lograron brindarles un futuro mejor a través de estudios universitarios. Sin embargo, no todas las familias pudieron surgir económicamente luego de la Guerra de Corea.
La división de la península afectó muy profundamente la sociedad. Algunas personas quedaron solas, sin ahorros, o quizás sin tiempo para pensar en ahorrar, más que sobrevivir a esas épocas de terror. Son estos los que hoy, ya ancianos, caminan las calles de las ciudades de Corea del Sur en búsqueda de plásticos o latas para poder ganar algo de dinero. Algunas abuelitas están encorvadas de tanto caminar con el carrito donde acumulan sus pequeños tesoros.
En Corea del Sur, más del 45 % de los ancianos vive en una pobreza relativa o con menos de la mitad de los ingresos promedios por hogar, el índice más alto de los países de la OCDE, donde la media es de 12,5 %. A esta problemática hay que sumarle el problema de la inexistencia de las pensiones para muchos abuelitos, Corea del Sur esperó a 1988 para establecer un sistema de cotización para la jubilación, con carácter obligatorio sólo desde 1999. Las pensiones dependen del montante y de la duración de la cotización, con un mínimo de diez años, de modo que muchos ancianos quedan excluidos del sistema.
“Muchos de los que tienen 70 u 80 años nunca han tenido ocasión de cotizar (…) y no cobran pensión”, explica Hwang Nam-hui, investigadora del Instituto coreano de Asuntos Sociales y Sanitarios. Deben sobrevivir con subsidios sociales “ridículamente bajos”.
Te preguntarás, ¿y sus familias?. Las personas mayores, especialmente aquellas que criaron hijos y trabajaron para darles un mejor futuro, deberían tener una vejez tranquila siendo cuidados por sus generaciones más jóvenes, y aunque en ese país, esa responsabilidad suele quedar sobre los hombros del hijo mayor, muchos abuelitos, quizás por terquedad, no desean depender de otros. Es el caso de Park Jae-yeol, quien con 71 años, trabaja como mensajero. Park entrega hasta 100 paquetes diarios y gana unos 500 dólares (1’400.000 pesos colombianos) por mes. La mayoría de sus colegas son septuagenarios y el mayor tiene 78 años. Para él, trabajar “es un privilegio” -dice- “me mantiene en forma, conectado socialmente, más vivo”.
La forma de vivir cambió drásticamente después de la guerra, antes podían vivir hasta tres de generaciones de familias bajo un techo, lo que garantizaba que los mayores pudieran ser atendidos por sus familias, sin embargo ahora en la modernidad, la independencia es una forma de vivir, lo que aleja a los ancianos de los demás.
Algunos se sienten bien física y emocionalmente para seguir trabajando, otros no, Y estos que no, usualmente se ven forzados a trabajar en tareas desgastantes. Esa abrumadora sensación de tener que seguir y no tener fuerzas para hacerlo, termina en enfermedades mentales como la depresión, que a su vez produce pensamientos suicidas. Según un artículo de AsianNews, en Corea del Sur, el 10 por ciento de los ancianos tiene ideas suicidas. Es lo que evidencia un sondeo según el cual el año pasado, uno de cada diez ancianos pensó en tratar de suicidarse.
Un estudio conducido por el Instituto coreano para la salud y los asuntos sociales (KIHASA), arrojó que de 853 personas mayores de 65 años, el 10,3 % dijo haber sentido el impulso de quitarse la vida. En particular, el 10,1 % de las personas de edades comprendidas entre los 65 y los 74 años tiene dicho impulso, mientras que el 11,4% de las personas mayores de 75 años dijo lo mismo.
Si bien, hay que aclarar que esta no es la situación de todos los mayores en Corea, hay que decir que los que viven bien, poco se van a quejar. Por eso es necesario dar a conocer estas historias, que nos dan otra mirada de problemáticas que hay que atender. Económicamente se entiende que dar pensión a muchas personas es todo un reto para las economías de cualquier país, o que atender las necesidades de una persona genera gastos adicionales para una familia, sin embargo la búsqueda de una solución es necesaria, puesto que fueron estas personas las que entregaron su juventud para que otros gocen de privilegios hoy.
Yola. O
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