Desde hace aproximadamente un año, Tailandia ha sido uno de los países del sudeste asiático que más ha dado de qué hablar. No solo por sus famosas series Boys Love o por su participación en los olímpicos 2020, si no, por su fuerte ola de protestas que se ha extendido desde hace un tiempo y ha llamado la atención de muchos actores políticos alrededor del mundo.
En las últimas décadas, Tailandia ha experimentado numerosas manifestaciones violentas y golpes de estados desde el fin de la monarquía absoluta en 1932. En Tailandia, no es extraño que el ejército tenga derecho a intervenir en los asuntos políticos. Lastimosamente, este país lleva siendo un estado constitucional que realmente de constitucional tiene poco, debido que todos estos años ha estado bajo del poder militar, lo cual lo convierte en una dictadura militar donde los habitantes se han visto obligados a vivir bajo el control del gobierno y el poder estatal extremo.
Por esta razón, los jóvenes y miles de habitantes han decidido rebelarse ante el sistema que ha socavado sus derechos democráticos y el progreso del país. La pandemia y las medidas de restricciones sanitarias no fueron impedimento alguno para que los habitantes revelaran su frustración y descontento ante la desigualdad y crisis económica que están viviendo. Varios tailandeses afirman que expresar su opinión sobre el régimen actual, les puede costar muchas cosas y puede traer terribles consecuencias. Incluso, algunos activistas y estudiantes han sido amenazados, atacados y obligados a desaparecer. Prácticamente, los tailandeses están privados de su libertad de expresión por parte de la junta militar del país.

Los manifestantes han asegurado que seguirán protestando si no se genera una nueva constitución que no sea redactada por militares, piden la disolución del parlamento y la renuncia del primer ministro, Prayut Chan, quien pasa gran parte del tiempo en su residencia, en Alemania. Además, es conocido por despilfarrar dinero en lujos mientras la economía de Tailandia sufre las consecuencias y los golpes de la pandemia.
El gobierno se ha negado a dialogar sobre cualquier reforma que afecte a la monarquía y ha decretado un “Estado de emergencia» con el fin de promulgar La “Paz y el orden” en el país. Miles de personas han sido afectadas y heridas debido a los gases lacrimógenos, balas de goma y chorros de agua a presión que son lanzados por parte de la policía para acallar a los manifestantes. Asimismo, se le ha prohibido a los medios de comunicación y a civiles, publicar contenido e información sobre las manifestaciones o sucesos que pasen dentro de estas, ya que esto podría crear miedo o daría pie para que “información totalmente distorsionada” pueda generar malentendidos que perturben a la seguridad nacional.

Por otra parte, Tailandia también se ha visto gravemente afectada por un pico de nuevas infecciones, reportando un récord de 500.000 afectados desde que inició julio. Aunque este país ha venido recibiendo dosis Sinovac por parte de China, la preocupación sobre la eficacia de esta vacuna en medio del aumento de casos han impulsado drásticamente la demanda de otras vacunas ofrecidas por algunas clínicas privadas, las cuales venden limitadamente la vacuna Moderna de EE. UU, en plataformas de compras en línea en aproximadamente 50 USD cada una. Como consecuencia, se ha ampliado la brecha de desigualdad social donde la mayoría de personas que están vacunadas son personas privilegiadas, mientras aquellas que necesitan prioridad o poseen pocos recursos, han sido gravemente ignoradas.

Los sitios web de noticias tailandesas y los usuarios de las redes sociales han compartido imágenes en los últimos días de cadáveres envueltos en las calles de Bangkok de personas que murieron mientras esperaban atención médica. Las unidades de cuidados intensivos de muchos hospitales están funcionando casi a su capacidad máxima, tanto que fue necesario establecer un hospital de campaña en el aeropuerto Don Mueang de la ciudad. A medida que la situación de Covid va empeorando, la policía ha acusado a varias celebridades por comentarios en línea que critican el manejo del gobierno de la pandemia, incluida su política de vacunas. La policía también ha advertido a las personas que podrían enfrentar cargos penales por usar frases como “gobierno asesino” o por acusarlo de hacer muy poco con las vacunas.
Uno de los recientes casos que ha llamado la atención, es el de la reconocida rapera en la industria de la música tailandesa, Milli Danupha, quien en su cuenta de instagram decidió levantar la voz y criticar el sistema de gobierno tailandés sin ningún tipo de rodeos. Usando el hashtag #Save มิลลิ (#SaveMilli), los usuarios de las redes sociales, varios artistas y entidades musicales han expresado desde entonces su apoyo a la estrella del rap, quien fue amenazada y citada en la estación de policía Nang Loeng, para la imputación de cargos por difamación al rey.

Como respuesta, el ministro de Economía y Sociedad Digital, trinó que «los actores, las celebridades y las personas influyentes son figuras públicas que la gente ama y en las que tiene fe, así que no deberían involucrarse en asuntos políticos para atacar al gobierno, debido que es considerado como un acto de distorsionar información, difamación y calumnia”. Como era de esperarse, esta es la forma en la que un régimen autoritario respondería a una crisis de credibilidad. En lugar de abordar los desafíos y brindar soluciones eficientes para la nación, prefiere emitir una orden de amordaza y silencio que esencialmente le funciona para lavarse las manos y quedar con una buena imagen.
Como espectadores de dicha problemática, lo único que podemos hacer para ayudar, es compartir y hacer notar en las redes sociales hashtags como #WhatsHappeninginThailand, que contienen la información necesaria para que la injusticia y censura ante el pueblo tailandés por parte de su sistema de gobierno, sea escuchada globalmente.
Mila Infante
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