Cuando la cámara se enfocó en el idol que había seguido por tantos años y que inevitablemente admiraba mucho, sabía que era lo último que haría en el k-pop.
Más allá de la emoción y expectativa que lógicamente sentía por haber ganado dos minutos del tiempo de mi idol para poder hablarle en una videollamada, el miedo también me invadía, de que esa persona que seguía desde hace tanto no cumpliera las expectativas de cómo lo había imaginado como persona.
Pensar en el peor escenario me agobiaba más que el suceso de haber podido ser tan afortunada, porque a pesar de estar en una lista codiciada, el hecho de que todo este esfuerzo, dinero y tiempo, podrían verse insignificantes antes una ilusión quebrada por la que podría ser la verdadera personalidad.
El día de la videollamada me olvidé un poco de esto y traté de tranquilizar mis nervios de algo que era incierto, mi ansiedad no podía impedir que pudiera disfrutar aunque sea la idea de ver a mi idol, por lo cual, me arreglé lo más que pude y esperé a que me verificarán el audio y la imagen para luego verlo a él.
Superó mis expectativas, me retribuyó todo lo invertido y más en solo dos minutos, me hizo sentir importante, graciosa y hasta interesante, demostró – según yo – su experiencia en la atención y en saber lo que queremos escuchar, así no lo queramos aceptar, y creo que eso fue lo que me hizo decirme finalmente en qué sería lo último a lo que me dedicaría en el k-pop.
Aunque después de dos semanas me dije que probablemente no podría defraudar a mi ídolo, sentir tanto desasosiego por una persona que al final es desconocida para mí, me asombró al punto de estar aterrada de todo lo que puede causar un género musical en mí y cómo entre más años paso en este, más veo entre líneas.
Heidi Morales Toro
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Hana, Dul, Talk! 