Cine/TV, Opinión

El Juego del Calamar (Squid Game) visto con las gafas moradas

Por Celia Arroyo @laespañoleteña (con n)

Una nueva apuesta de Netflix volvió a revolucionar el mundo real, el de las redes y el de los memes, que siempre digo que es uno de los grandes inventos del siglo XXI. Yo, soy muy reacia a seguir las modas porque, en la mayoría de las veces, me siento profundamente decepcionada, pero eso de que me aparecieran grandes memes por todos los frentes y no entendiera nada, hizo que mi curiosidad se picara de tal manera que acabé viendo la serie (¿vieron por qué es un gran invento? te enseñan o te manipulan). 

Squid Game en todos los países, en España: El Juego del Calamar; porque somos así, nos gusta andar traduciéndolo todo. Orgullo Castellano con su toque colonialista, y es que en español todo sabe mejor (o eso nos parece). Y bueno, si nos ponemos a debatir el tema de las traducciones podemos salir por ambos lados (latino y español) muy debilitados, así que mejor lo dejamos aquí. He de decir también que ante la discusión, que gane la versión original: 오징어 게임.

He leído muchos artículos sobre la serie que hablan de las líneas abiertas que deja la historia para una posible segunda temporada, referencias a la cultura coreana que desde mi ignorancia en la misma me perdí por completo, la indignación de la traducción de los subtítulos que están pasados por el prisma estadounidense, que haya niños y niñas jugando y haciendo fiestas con la temática de la misma,… pero hoy les vengo a contar aquí mis conclusiones sobre dos grandes temas de los que poco he visto que se habla. Por un lado, el clasismo y la injusticia social, que ya pudimos ver también en “Parásito”, ganadora del óscar a la Mejor Película en 2019, y por el otro, la representación de los personajes femeninos estereotipados. Antes de continuar, para quiénes aún no han visto la serie, no sigan leyendo porque algún spoiler habrá y Hana Dul Talk no se hace responsable de dañarles la intriga. 

Así que, comencemos:

Para mi, esta serie es un guiño al sistema capitalista en el que estamos inmersos. Vivimos en un juego constante, donde sólo unos pocos consiguen triunfar y lograr sus metas, mientras la inmensa mayoría fallecemos en el intento, nos suicidamos por las presiones, o simplemente, nunca entendimos las reglas y caímos antes de comprender que estábamos jugando.

Empecemos por la clásica frase que bien se podría afirmar en esta serie de “el pobre es pobre porque quiere”. Durante varios momentos, y sobre todo en el diálogo final entre 456 y 001, se habla de que, en este juego, todos tienen la oportunidad de triunfar, obtener dinero y conseguir el poder de hacer lo que el ganador/a desee. Es un juego donde todos, absolutamente todos los jugadores, parten de la misma base, y son sus decisiones, habilidades e inteligencia, lo que les va a hacer ganar o perder los juegos. Esto se ve muy claramente cuando asesinan al jugador 111, cirujano, y a los guardias que burlan las normas del juego y participan en la extracción de órganos a los eliminados para la venta ilegal. Pero no lo hacen por la atrocidad del acto en sí, sino por influir en el discurrir del juego y dar ventaja a uno sobre el resto. Además, esta es una de las casualidades curiosas de la serie. Por un lado, nos presentan a 456 que, al deber una cantidad de dinero exorbitada a una mafia, le obligan a ceder sus derechos físicos, y nombran específicamente el ojo y el riñón, y, por el otro lado, estos órganos son extraídos por los “traidores” en la isla. 

En el mundo en el que vivimos, por desgracia, todo está en venta y todo tiene un precio, y esa es una de las conclusiones finales del Juego del Calamar, ¿estarías dispuesto a pasar por los cadáveres de más de 450 personas por dinero? Al menos 186 personas lo hicieron. 

Por lo tanto, oportunidades hay, la culpa es tuya que no ganas el juego. Y creo que esta mentalidad se puede aplicar al día a día de Corea y me atrevería a decir que de cualquier lugar del mundo. La mayoría de los personajes que salen en la serie (de los que nos cuentan la historia) son personas que vienen de lugares y familias de bajos recursos económicos, que han tenido que recurrir a la ilegalidad para poder sobrevivir: 067 roba, 199 trabaja de ilegal, la madre de 456 tiene un tenderete en la calle, 069 y 070 son un matrimonio, 240 está recién salida de la cárcel, 101 es un matón, 040 un sicario, 212 se ha ido pegando a todos los hombres que le daban un poco de seguridad por supervivencia,… Si la memoria no me falla, el único que ha tomado pésimas decisiones una tras otra es 218. A él, el éxito le carcomió hasta que se suicidó (y lo hubiera hecho igual sin que el juego se hubiera metido por medio). Aquí nos deja entrever el peso por la perfección del estereotipo de hombre que provee, que avanza hacia un estatus social más alto, que se termina llenando de avaricia, consumismo y oscuridad. De afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera. 

Creo que una de las grandes paradojas del juego es la final entre 218 y 456. Nacieron en el mismo barrio, tuvieron las mismas oportunidades, sus madres eran amigas, y ellos eran los mejores amigos de la infancia, pero aquí y ahora están uno frente al otro. 218, el orgullo de su ciudad que estudió en la Universidad de Seúl, tenía inteligencia, pero 456, un obrero que acabó siendo alcohólico, perdiendo a su familia y apostándose el dinero de su madre en carreras de caballos, era bondadoso. ¿Fue el éxito? ¿el dinero? Podemos especular y decir que 218 vio que podía tomar todo lo que nunca había tenido gracias a su inteligencia, y poco a poco se fue haciendo una tumba que solo crecía y crecía. Su ambición y su avaricia nos la deja en claro en cada uno de los juegos donde siempre utiliza a unos y a otros para lograr llegar al final. De hecho, me atrevería a decir que él en el fondo quería que 456 muriera sin que fuera el responsable, por eso cuando jugaron al segundo juego, el de las galletas, no le avisa de sus sospechas. Cuando jugaron al juego del calamar, ya no había donde esconderse. Básicamente era matar o morir, plata o plomo que dirían en Colombia. 218 atacó y atacó, hasta que 456 le demostró que el dinero no lo podía comprar todo y que era mejor salir pobres y juntos, que uno rico y el otro con los pies por delante. Es en ese instante cuando 218, por respeto a 456 o porque sabía que no podría vivir después de ese juego porque iría a la cárcel, decide hacer lo que ya había intentado antes: suicidarse. Curioso como en Corea del Sur, el índice de suicidios es de los más altos del mundo. La presión por no cumplir con los requisitos que se marcan es tan fuerte, que los que más se suicidan son los jóvenes de 15 a 24 años.

En conclusión, esta serie nos muestra de una manera muy cruda, densa y realista, el juego tan perverso al que nos tienen jugando. Buscamos el dinero pese a quien o a lo que pese, ya sea traicionar a una amistad, robar a tu madre, terminar con una vida,.. lo que sea con tal de seguir inmersos jugando al juego del capitalismo donde tu valor como persona se mide en función de los ceros que tengas en tu cuenta bancaria. Me recordó ligeramente a “Saw” en el aspecto de utilizar juegos sangrientos para “resarcirte” en la sociedad y poder volver a jugar.

Por otro lado, los roles femeninos de la serie están muy marcados y muy estereotipados. Si bien, aparecen nuevas figuras, se siguen repitiendo los mitos patriarcales sobre la función de la mujer. La mayoría de personas del juego son hombres, de diferentes estratos, moralidades, razas, estados civiles,… pero las mujeres son contadas. Sólo tenemos mujeres entre las jugadoras, no se revela ningún guardia mujer, lo que desmontaría un poco la teoría de que depende de que color escojas en el primer juego, o simplemente, no surgió, aún hay muchas máscaras por levantar. Y, obviamente, entre los líderes y los VIPS tampoco encontramos ninguna mujer, pero si lo hacemos en el decorado donde disfrutan de los juegos, en los que se ven representadas como meros muebles o cojines donde apoyar sus cabezas: la almohadateta, la teta que no incomoda. Ahora, hay que tener en cuenta un aspecto importante. Es normal que haya pocas jugadoras mujeres, debido a que hay un gran número de estas que ni siquiera tienen recursos a su nombre en la vida reaal, sino que depende de un padre, de un marido o, incluso, de un hijo.

Las grandes protagonistas mujeres del Juego del Calamar son 067 y 212, pero aparecen otras que tienen momentos cruciales como 070 y 240. Tenemos a la ladrona “buena” porque lo hace por ayudar a su hermano y a su familia, y acabamos sintiendo mucha empatía con ella, que realmente es una de las protagonistas del juego, si ven entrevistas o fotografías del grupo principal, solo aparece ella de las mujeres. Luego, tenemos a la “histérica” 212, que arma “shows”, intenta embaucar a los hombres que ve fuertes, además que se presenta como una mala madre, puesto que ni siquiera ha puesto nombre a su bebé, pero se presenta a jugar y no sabemos dónde quedó la criatura. Además tiene relaciones sexuales con 101, el más fuerte y el más macho alfa que en cuanto tiene la mínima oportunidad se aleja de ella, es poesía pura cuando ella se le agarra y le dice aquello de: “te dije que si me traicionabas, te mataría”. Creo que este personaje cuando se presenta es supremamente irritante, pero que según avanza la trama, vas comprendiendo y amando a su manera, cómo, a pesar de todas las dificultades, logra llegar a cumplir con su palabra.

070 es la esposa de 069 que no pronuncia una sola palabra, ya que está totalmente sometida a su esposo. Respeto o pánico, no nos dan muchas pistas sobre la relación afectiva que mantienen estos personajes, ni cómo es la conversación entre ambos para decidir quién ganaba y quién perdía durante el juego de las canicas, pero por el resultado, lo siento como un guiño a los muchos casos de violencia machista en los que el marido asesina a la esposa para después suicidarse. 240 sale de la cárcel por asesinar a su padrastro que la violaba y violentaba a su madre, otro caso de violencia machista, y además resalta la pederastia. Pero hasta que no cuenta su historia, 240 se presenta como una niña dulce, un poco contestona y que no entendemos porque le molestaba tanto que el pastor rezara en el ascensor después de haber sobrevivido a la cuerda. Ella cumple el papel de “buena víctima” porque después de que su madre fuera asesinada por su padre, ella violada, pues ya no tiene porqué más vivir, por lo que como una mártir, da su vida para que 067 se salve. La verdad, hubiera sido mucho más interesante ver unas buenas estrategias por parte de ambas, supervivientes de tales guerras que les tocó vivir durante toda su infancia, que una charla emotiva, buscando la lágrima fácil, leyendo a las mujeres como emocionales u hormonales repitiendo estereotipos. Por último, tenemos a las que en algún momento aparecieron por ahí, pero más como para llenar el requisito de “mira, también hay mujeres”. Después, donde volvemos a verlas es en las madres solteras de 218 y 456 que viven por y para sus hijos, así como sufren las malas consecuencias de sus decisiones, además de que curiosamente, ninguna de las dos tiene un esposo a su lado. Es decir, no existen variedades de los referentes femeninos más allá del de “mala mujer”, 212, o el de “buena mujer”, buena madre y/o esposa (con la excepción de 067 que sería de buena hermana). 

Si tenemos que criticar sobre el tema de la representación de las diversas feminidades, vemos que esta obra se queda corta. Se presentan pocos personajes femeninos, estereotipados y sin profundidad, historias repetidas producto de la desigualdad de género social y la falta de representación femenina en las esferas de creación y toma de decisiones. Además, le sumamos el toque gordofóbico del cuerpo de la mujer, ya que todas las mujeres que aparecen en pantalla son delgadas, y la belleza de las protagonistas. 067 es interpretada por HoYeon Jung que antes de ser actriz era supermodelo. En los papeles de “la chica” seguimos viendo los cánones de belleza tan marcados y definidos, que sigue perpetuando la presión que sentimos las mujeres sobre nuestros cuerpos para que siempre se vean delgados, mejor cuánto más blancos, mejor cuánto más heteronormativos.

Por último, no me quiero ir sin decir que el tema de la numerología está muy cuidado. Hay muchas referencias a que el número 6 es el número de la suerte, el número de Dios y del cristianismo, además del número ganador (4+5+6=15; 1+5=6), que 101 y 212 sean la pareja de “Romeo y Julieta”, números claves en la trama el 001, 101 y 111, entre otros guiños que he ido pillando. Si les interesa y quieren que profundicemos más en el tema podemos hacer otro artículo centrado en este tema. ¿Qué les parece? Cuéntanoslo en los comentarios. 

Gracias a Hana Dul Talk por la oportunidad de que publicaran mi artículo sobre Squid Games y gracias a todas las que llegaron hasta el final. Quiero leerlas para saber si también lo vieron o me dejé algo en el tintero.

Un abrazo a todas las que miramos con las gafas moradas 😉

곧 뵙겠습니다

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2 comentarios en “El Juego del Calamar (Squid Game) visto con las gafas moradas”

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