Historia

Cixí, la dama dragón: Una emperatriz implacable

Por:Alma Alcántara López

Cixí fue una mujer que moldeó el destino de China durante casi cinco décadas, sin embargo, se le ha tachado como una tirana malvada y enferma de poder.

En una historia que se esfuerza por invisibilizar a las mujeres, es nuestro trabajo nombrarlas y darles el lugar que se merecen. Cixí fue una increíble gobernante que logró tener en sus manos el destino del gran país del oriente y hoy nos adentramos en su biografía, intentando limpiar su legado.

Orígenes

Cixí nació el 29 de noviembre de 1835 bajó el nombre de Yehenara Tsing, en la ciudad de Pekín. Se sabe poco de sus primeros años de vida. Fue la hermana mayor de 6, su familia estaba bien posicionada y pertenecía al clan Manchú. Su padre, en algunas bibliografías señalado como un gobernante y en otras como un oficial del gobierno, la trató y crió como un niño, lo que le dio la oportunidad de aprender un par de cosas que estaban prohibidas para las chicas.

En 1850 el Emperador Daoguang falleció, lo que llevó a su hijo Xiafeng al trono. Se empezó una búsqueda de esposa y concubinas para el nuevo regente a lo largo del país. Todas las hermanas de Cixí y la propia se presentaron como parte del clan. Si bien Cixí no era considerada una belleza, poseía una mirada preciosa, gran educación y extremada elegancia. Tras una serie de pruebas, fue seleccionada para ser una concubina del Emperador, aunque del rango más bajo.

Llegada a la Ciudad Prohibida

Cixí se mudó a la Ciudad Prohibida el 26 de junio de 1852, tras un periodo de entrenamiento. La vida en la Ciudad fue una experiencia complicada para ella: de ser tratada como un chico, ahora sus responsabilidades se basaban en ser acompañante y sirvienta de otras concubinas de mayor rango. Sin embargo, se destacó de inmediato gracias a su gran intelecto, y se hizo de una amistad con la esposa principal y Emperatriz Ci’an.

Cixí, de concubina a emperatriz de China

Esta cercanía con la Emperatriz ayudó a que Cixí se empezara a relacionar con Xiafeng como una secretaria y ayudante, puestos que eran reservados para los hombres pero que Cixí demostraba tenía la capacidad de manejar. En una ocasión se le hizo fácil aconsejar al gobernante sobre unas tácticas de guerra para controlar un levantamiento que estaba teniendo lugar  (La Rebelión Taiping), no le sentó muy bien al joven Emperador, pues recordemos que las mujeres eran vistas como meros objetos de decoración, se ofendió y ordenó la muerte de su concubina. Ci’an, al enterarse de toda la situación, abogó por la vida de Cixí y convenció a Xiafeng que era una miembro valiosa y podría ser de gran ayuda. Fue así como Cixí fue perdonada y ascendió de rango en la clasificación de concubinas. 

Ci’an era supuestamente infértil y por lo tanto incapaz de darle un heredero varón al reino, por lo que todos estaban expectantes de quien lo haría. Cixí no era cercana a Xiafeng en ese sentido, pues solo era vista como una administradora por el Rey. Se dice que Ci’an esperaba que fuera ella la que pudiera darle el hijo, por lo que elevó aún más su rango de concubina y ordenó a toda la corte que hablaran maravillas de Cixí y resaltaran su belleza ante el Emperador. Y funcionó: Xiafeng comenzó a mostrar interés por Cixí, una noche fue llevada a su presencia y el Emperador quedó encantado, por lo que los encuentros se hicieron frecuentes y durante una de esas reuniones Cixí quedó embarazada. Finalmente, el 27 de abril de 1856 dio a luz a un hijo varón: Tongzhi. El nacimiento del heredero benefició a Cixí, quien ascendió de rango quedando solamente por detrás de Ci’an.

Imagen que contiene tabla, cama, cuarto

Descripción generada automáticamente

Dos años después del nacimiento de Tongzhi, otro hijo varón apareció, pero murió al poco tiempo. Enemigos de Cixí comenzaron rumores en los que ella era la responsable de la muerte de la criatura, pero nunca fueron probados. Otro rumor que tomó fuerza era uno que decía que en realidad nunca estuvo embarazada y que Tongzhi había sido robado para probar su maternidad, pero de nuevo, solo eran acusaciones sin pruebas. 

Ci’an y Xiafeng confiaban en Cixí por su inteligencia. Cixí llegó a ser muy cercana a su Emperador y seguía desempeñando su trabajo de secretaria y administradora del Imperio. Se dice que Xiafeng llegó a estar enamorado de su consorte, pero Cixí no sentía lo mismo por él, lo que creó una situación incómoda entre ellos.

El Emperador falleció el 22 de agosto de 1861 debido a una enfermedad. Tongzhi, a la corta edad de 5 años, se convertía en el nuevo Emperador de la Gran China.

El ascenso de un nuevo emperador

Cixí y Ci’an creían que ante la edad del nuevo emperador ellas serían las regentes de la dinastía hasta que Tongzhi pudiera adoptar las responsabilidades que le correspondían, no obstante, Xiafeng había tenido otra idea en mente. Antes de morir habría impuesto un grupo de 8 consejeros con los que tendrían que cogobernar hasta la mayoría de edad de Tongzhi, con un hombre llamado Sushun al frente. Sushun comenzó a conspirar tratando de que su propio hijo fuera el que ascendiera al poder. Ante esto, Cixí y Ci’an supieron que tendrían que moverse rápido si querían que Tongzhi llegara alguna vez a probar las mieles del trono.

Sushun subestimó a Cixí y creyó que sería sencillo arrebatarle el poder, pero no se imaginó lo que se avecinaba. En esa época, todas las leyes y decretos tenían que ser escritos y firmados por el Emperador para que tuvieran validez, imposible debido a la edad de Tongzhi. Cixí sugirió que ella y Ci’an podrían tomar esa responsabilidad y todos aceptaron. Pero las cosas no eran tan sencillas como que escribieran algo y se volviera legal, ellas necesitaban un motivo para su siguiente movimiento. 

Un día, mientras todos estaban haciendo su trabajo, Cixí se acercó al consejo con Tongzhi en brazos y empezó a objetar cada cosa que decían. Los líderes pronto perdieron los estribos y comenzaron a gritarle, lo que provocó que el pequeño Tongzhi comenzara a llorar. Cixí declaró que el consejo le había faltado el respeto al Emperador y los acusó de traición. Alrededor de este tiempo, Sushun estaba planeando asesinar a Cixí, pero ella fue más rápida y después de unos días presentó una proclamación en nombre de Tongzhi donde declaraba traidor a Sushun y lo sentenciaba a una muerte “por mil cortes”, a los demás los condenaba a suicidarse o a exilio. Con el camino limpio, se presentó una segunda declaración donde se estipulaba que Ci’an y Cixí serían las que decidirían sobre todos los asuntos del Estado hasta que Tongzhi pudiera hacerlo por sí mismo, convirtiéndose en las personas más poderosas del país. 

The Imperial Court

Debido a que no estaba permitido que las mujeres fueran tratadas a la par que los hombres, Cixí llevó el control desde las sombras, lo que ocasionó que muchos de sus logros fueran atribuidos a varones. A pesar de ello, llevó gran prosperidad al país. Durante este primer periodo de mandato entabló alianzas comerciales con el Occidente, mejoró la economía, logró que diplomáticos (sobre todo de Europa) visitaran el Imperio, se interesó por la educación, envió a jóvenes chinos al extranjero para que pudieran estudiar, mejoró el ejército y los primeros vestigios de industrialización se comenzaban a notar.

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Debido a varios incidentes, el pueblo chino no estaba feliz con la idea de abrirse al occidente, y con los ánimos calentándose Cixí tuvo que parar el progreso y cerrar las fronteras con el miedo de perder el control.

En el año de 1873 Tongzhi alcanzó la mayoría de edad y pudo tomar por fin el control del país, lo que provocó la salida de Cixí de manera oficial. Sin embargo, Tongzhi no tenía ninguna habilidad o interés por gobernar. Se decía que a él lo único que le importaba era pasarla bien y se negaba a escuchar a los consejeros, además, las reservas se comenzaron a acabar peligrosamente rápido, puesto que el Emperador las ocupaba para su propio placer. 

No mucho después, Tongzhi cayó enfermo. Según la versión oficial, fue un ataque de viruela lo que provocaría su muerte el 12 de enero de 1875 con tan solo 18 años, aunque otros creen que fue en realidad sífilis o alguna enfermedad venérea lo que debilitó al líder. Los oponentes de Cixí la culparon de envenenar al joven Emperador, pero nunca pudieron respaldar tales acusaciones. 

Como Tongzhi no había dejado o elegido heredero, Cixí nombró a Guangxu, su sobrino de apenas 3 años hijo de su hermana y del hermano de Xianfeng, como heredero al trono. Cixí y Ci’an volvieron a ejercer como líderes de la nación. 

Una muerte inesperada 

Esta decisión fue duramente criticada por muchos, lo que provocó que las emperatrices se distanciaran. Al poco tiempo, Cixí quedaría sola tras la muerte de Ci’an el 8 de abril de 1881. Detractores de Cixí la acusaron y responsabilizaron de la muerte de su aliada y confidente, pero de nuevo no pudieron probarlo.

El espectáculo debía continuar. Cixí continuó gobernando en solitario el país y se ocupó de la modernización de la nación. Llevó el telégrafo, la electricidad y el ferrocarril, además que aprobó la construcción de un sinfín de caminos y carreteras. 

En 1889 Cixí le cedió el poder a Guangxu, quien ya se encontraba en edad para gobernar. En 1894 la guerra chino-japonesa estalló, Guangxu que no sabía nada sobre la guerra le pidió consejo a Cixí, pero no siguió ninguno de los que la regente le dio. Su pobre conocimiento y dirección deficiente provocaron que Japón ganara la guerra. China se vio fuertemente afectada, el joven emperador perdió prestigió entre los oficiales del reino. Cixí por su parte comenzó a retomar su popularidad y poder, cosa que no le agradó mucho a su sobrino quien empezó a apoyar conspiraciones que planeaban el asesinato de la líder. 

Cixí al enterarse actuó de inmediato: ordenó que los traidores fueran ejecutados y arrestó a Guangxu en su propio palacio, removiéndolo del gobierno. 

Kuang-hszü kínai császár – Wikipédia

Cixí volvió una vez más al trono y regresó a gobernar China en medio del caos. En aquellos días Los Bóxers, un movimiento antioccidental y anticristiano, se estaban levantando. Cixí los dejó organizarse, pero no resultó muy bien, pues ese episodio terminó con la muerte de miles de extranjeros y chinos cristianos. Cixí reconoció su error por medio de un decreto de remordimiento donde asumió la responsabilidad de los incidentes, lo que le permitió quedarse en el poder. 

En los siguientes años intentó de nuevo llevar modernidad al país, y esta vez el pueblo chino aceptó gustoso las propuestas. Abrió la educación a las niñas e incluso envió a algunas al extranjero a formarse, instauró la libertad de prensa, prohibió la práctica de vendado de pies en niñas (mejor conocido como pies de lotto) y para 1906 anunció que China se transformaría a una monarquía constitucional donde el pueblo tendría el derecho a participar en elecciones. 

El fin de una era

En 1908 Cixí se encontraba muy enferma al igual que Guangxu, quien permanecía aún en arresto. Sabía que si moría primero, su sobrino retomaría el poder y destruiría todo lo que había creado. Por ello, mandó a asesinarlo con arsénico el 14 de noviembre de 1908, y tan solo un día después, el 15, ella fallecería. Sus últimos deseos fueron que su sucesor fuera su sobrino nieto Puyi, un nene de 2 años y el último emperador de China, y que el pueblo adquiriese el derecho al voto. 

Cixi, la última emperatriz de China

Cixí, o la dama dragón como la nombran varios historiadores, fue una mujer que pasó del rango más bajo de concubinato a manejar la Gran China Imperial por casi 50 años. Su gran inteligencia y astucia la llevaron a ser tachada como una déspota que eliminaba a cualquiera que se pusiera en su camino. Muchos hombres se adueñaron de sus logros, tanto en vida como en muerte, pero si a alguien le debemos la China moderna es a ella. 

Mi intención no es romantizarla. No dudo que sus manos estuvieron manchadas con la sangre de algunos, pero al estar en el poder, nadie es perfecto. Está comprobado que su nombre fue manchado para intentar dañar su imagen. Pese a ello, hoy la recordamos como una mujer excepcional, una increíble gobernante y sin ninguna duda un personaje que no pasará inadvertido en la historia.

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