Por: Mila Infante
Hace unas semanas, la noticia de la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwan, ganó atención a nivel mundial al recibir una respuesta para nada sutil por parte de China, quien envió aviones militares, buques de guerra y disparó misiles balísticos a las aguas que rodean la Isla. La visita de Pelosi y las represalias de Xi JinPing, quien reclama soberanía sobre Taiwán y resalta el incumplimiento de la política de una sola China por parte de Estados Unidos, se volvieron un tema de gran importancia en la política internacional en un instante. Asimismo, se convirtió en un tema viral y mediático, de tal manera que las tensiones comenzaron a ser llamadas como el inicio de una posible tercera guerra mundial.
¿Por qué reclama China Soberanía sobre Taiwán?
La relación que existe entre China y Taiwán no es para nada actual. Los sucesos de las últimas semanas responden a un contexto histórico que se lleva desarrollando desde el siglo XVII. La isla de Taiwán ha pertenecido históricamente a China y se dice que su población siempre ha sido étnicamente de la misma nación. No obstante, una serie de conflictos que impactaron a China durante la primera mitad del siglo XX, hicieron que la isla se alejara del poder de Beijing hasta la actualidad.
Taiwán, estuvo por primera vez bajo el control total chino, desde que China comenzó a ser administrada por la dinastía Qing. Tiempo después la isla fue cedida a Japón, al éstos ser los victoriosos de la primera guerra chino-japonesa. Sin embargo, en 1945, cuando el bando del EJE (del cual Japón hacía parte) perdiera la Segunda Guerra Mundial, China recupera el poder de la Isla, hasta que estalla una guerra civil en China continental entre las fuerzas gubernamentales nacionalistas dirigidas por Chiang Kai-shek y el Partido Comunista de Mao Zedong, quienes quedaron triunfadores en 1949 y tomaron el control en Beijing. Chiang Kai-shek y el Kuomintang, como se le conoce a lo que quedaba del partido nacionalista, huyeron a Taiwán, donde gobernaron durante las siguientes décadas. A pesar de la derrota, Estados Unidos mantuvo su posición a la hora de defender a sus aliados del Kuomintang y desplegó a su armada en el estrecho de Taiwán, con el objetivo de disuadir al Ejército Comunista de Mao Zedong. Así, Mao formó la República Popular China y Chiang Kai-shek declaró su poder sobre la República China desde Taiwán con la esperanza de algún día retomarla.
Un dato que muchas personas no saben, es que la comunidad internacional reconoció como la única China a la basada en Taiwán bajo el poder del Kuomintang durante los primeros años. Para Estados Unidos o Naciones Unidas, el gobierno de Mao en Beijing era ilegítimo. Sin embargo, en la década de los 70, cuando la Unión Soviética se convierte en un enemigo común para Estados Unidos y la República Popular China de Mao, los intereses de estos dos comenzaron a acercarse, lo que favoreció a la República Popular China de Mao, al lograr que Naciones Unidas le reconociera como el único representante legítimo de China. De esta manera, cada vez menos naciones del mundo, incluyendo a Estados Unidos, reconocieron a Taiwán como un Estado y su presencia en organizaciones internacionales. Desde entonces, el Kuomintang ha sido uno de los partidos políticos más destacados de Taiwán y gobernó la isla durante una parte importante de su historia. Actualmente, solo trece países reconocen a Taiwán como un país soberano.
Mientras China apunta a una historia que cuenta cómo Taiwán fue originalmente una provincia China, los Taiwaneses apuntan a la misma historia para argumentar que nunca fueron parte del Estado chino moderno o la República Popular China que se estableció bajo Mao. Hasta el día de hoy, China ejerce una presión diplomática considerable sobre otros países para que no reconozcan a Taiwán y ejerce cierta presión política, que esporádicamente genera tensiones en el estrecho Taiwanés. Aunque Estados Unidos aún no reconoce a Taiwán y respeta la política de una sola China, este ha cumplido el rol de hermano mayor desde entonces, por medio de advertencias a la China comunista donde indica que cualquier intento de invasión a Taiwán supondría un grave desafío a los intereses estadounidenses.
La unificación de China y sus peligros
El hecho de que China respondiera con tales represalias ante la visita de Pelosi, puede ser aparentemente una reacción defensiva a la llegada de la funcionaria estadounidense. Sin embargo, esto parece solo una excusa, debido a que está claro que los ejercicios de China se habían planeado durante mucho tiempo y siguen siendo planeados para un futuro, ya que Xi JinPing se rige de una agenda política que pretende convertir a China en un líder mundial para el 2049. Para lograr aquello, uno de sus planes apunta a la reunificación de la patria. Es decir, el presidente chino, da indicios de querer tomar la isla de Taiwán, actual líder indiscutible en la producción de Microchips, de los cuales, dependen muchas naciones alrededor del mundo. Así, con la Unificación de China, pretende potenciarse como amenaza económica, tecnológica y militar para Estados Unidos o cualquiera de las potencias latentes.
Un conflicto bélico entre China y Taiwán sería asimétrico, es decir, un conflicto en el que una de las partes tiene una fuerza militar muy superior a la de su rival. También, un conflicto en esta zona tendría repercusiones de carácter mundial y derivaría en un conflicto de alcance internacional. Debido a su geopolítica, a pesar de que Taiwán está en la capacidad de defender su seguridad nacional y China disponga de su gran recurso militar, un enfrentamiento en el estrecho de Taiwán, conlleva una gran pérdida de vidas para las dos partes. Igualmente, todas las partes involucradas se arriesgan a perder mucho en el ámbito económico, diplomático y militar.
Por otro lado, uno de los aspectos que se debe tomar en consideración, es la crisis cultural, social y de identidad que produciría la Unificación de China. Taiwán, ha sido una joven democracia que se ha desarrollado con la sombra y la presión de su peligroso vecino, China. Si bien, ha logrado ser el país más democrático de Asia, dando un gran paquete de libertades y derechos a sus habitantes. La identidad taiwanesa ha evolucionado, existe un nacionalismo multiétnico que defiende la idea de una nación compuesta por cuatro grupos étnicos (beshengren, hakka, aborígenes y continentales), con derechos y status igualitarios, superando así, el conflicto “provincial” y que hace de la armonía étnica la base de la nueva nación taiwanesa. De la misma forma, la isla cuenta con una cultura política de participación bastante dominante en la región que defiende valores distintos, con un énfasis en las libertades y el consenso. Una forma de gobierno y cultura política completamente distinta a la de China, donde priman los principios centralistas y autoritarios del sistema de partido único que rige la República Popular.
De acuerdo con la Taiwan New Constitution Foundation, solamente el 4,7% de los habitantes son partidarios de la unificación con China, aproximadamente la mitad de la población está de acuerdo con el statu quo así como se encuentra y un 38,9% es partidario de la independencia. Por parte de Taiwán, los protagonistas de este tema, han sido los jóvenes quienes plantean que los lazos históricos de la isla con China no los define ni les parece razón justa para que la unificación sea un hecho o para que la independencia no lo sea. Por medio de protestas y movimientos sociales como el conocido Movimiento de los Girasoles en 2014, los taiwaneses buscan proteger su democracia, ya que temen que la entrada sin restricciones del capital continental y las presiones chinas, representen una amenaza para la cultura taiwanesa, la libertad de expresión e incluso la seguridad nacional.
Según los Taiwaneses, la principal diferencia entre Taiwán y China es la libertad para vivir, crear y el libre acceso a medios sociales. A comparación de Taiwán que se considera el faro de la democracia y baluarte de la libertad de Asia, China vive identificada con su política de los tres noes (No contacto, No negociación, No compromiso) en cuanto a muchos temas en materia de derechos humanos. Por esa razón, mientras los taiwaneses gozan de una nación moderna y progresista, la población china aún se enfrenta a retos como la censura, represión y restricciones a los derechos civiles.
Queda ya claro que en el centro de la política taiwanesa se encuentra la cuestión de su identidad internacional y es de considerar que el futuro de la isla debe ser decidido por sus habitantes. La existencia de una nación totalmente distinta a la china no puede ser negada, pero la isla es un objetivo irrenunciable para cualquier líder chino que administre la gran potencia. Tanto como un Taiwán independiente, como alguna forma de reunificación con China, parece ser poco factible para su seguridad nacional y su identidad social. Así como se ha comportado Estados Unidos, de alguna manera, mantener una posición de ambigüedad parece ser la respuesta que permita preservar la paz y estabilidad en el Estrecho de Taiwán por el mayor tiempo posible.